No escribo y al no escribir digo,
que persigo una única palabra insultante y caprichosa.
Dandí sin capa ni espada –dice el comandante-
de este barquito viejo que lleva féminas encadenadas.
Vagan las prendas de la noche.
Tirando gotas de pudor a sudorosos rostros,
y miran al vacío desde el pórtico pensativo,
donde flaquean las estatuas estigmatizadas.
Seguiré caminando algún tiempo,
esquivando balas de Luna agrias de amor,
en sintonía con nuestra propia condición humana:
Tan fácil y tan compleja es la belleza de una flor.
Abriré paso a todos los nuevos recuerdos,
que deseen atravesar el tuétano de algún frágil espejo;
mas sólo la maravilla que nace piensa,
que el embrión que las Musas gestan
será en un idílico paisaje de bellas cenicientas.
Rompo las condiciones y me acomodo a no decir nada.
A esperar que el tiempo pase. Para almacenar nuevos embalses.
De aguas templadas. Dulces y saladas…
Nuevos sentimientos que recuperen el empeño.
Para beber del mismísimo “Leteo” y olvidar lo escrito en vidas pasadas.
"La mejor motivación es aquella que nos engaña y nos obliga a caminar por un sendero aparentemente nuevo..."