Se nos fue el espíritu. Tendido sobre al anuario esperaba la contemplación y
el alma buscó la indiferencia en otros latidos. Incluso antes de la
palabra, se nos fue desconcertada, esclava de las difamaciones.
Se nos fue por el paseo marítimo de las desilusiones. Por el pasillo incorruptible
de las miradas y las tónicas semblantes. Se nos fué porque así estaba escrito. Buscando
la pureza para equivocarse, evocando otros lugares, otros paisajes. Como las
alas de una mariposa que escala los monumentos invisibles de la añoranza…
Se nos fue en invierno, en el ruído escurridizo de un pasacalle despistado.
Donde las nubes bajaron de su delirio de grandeza, besando los versos escritos en
los adoquines…¿Te acuerdas? No tropezamos, caímos al suelo y el espíritu se
volvió a escapar sin despedirse. Se volvió a fugar. Se nos fue...
No hay nada más sincero que encontrar la esencia de aquello que fuimos, escondido
en otros cuerpos, en otras formas, en otra naturaleza…