miércoles, 1 de agosto de 2012

La conjura de los Poetas Malditos

Gloria al olvido, que tiende su mano sobre la luz de la tarde.
Gloria a las marchas fúnebres que ansiosas de vida,
se refugian tras el minutero de un reloj.
El equilibrio rompe su cuerda,
y un Circo de culebras pesadas e incesantes salpican de chirridos la noche ciega.
Gloria abanderada de los no patriotas.
Bajo la sombra del Stramonium, la tierra arde en los cuencos míseros del tiempo;
amamantados por ubres de azufre.
El Aquelarre de un Dios futuro que no nace, escapa prófugo de su destino.
Gloria al lazarillo que pierde la sed y el hambre.
En los gritos la ira desenfunda sus palabras,
tiembla la duda y el miedo dicta sin prisas.
Allá en los horizontes verticales, un dedo agonizante,
señala embustero las delicias siniestras de su verdugo.

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