Roca de Luna,
que reposa sobre el cielo.
Como corona de estrellas,
asfixiadas por el fuego.
Nadie la ve.
Es transparente, casi tan gélida;
que al abrir su capa se deshiela.
Se desmarca entre el consuelo.
Todos les rezan y cantan tal lírica,
tan silenciosa e invisible,
que se pierde y se disipa.
Todos piensan y ninguno dicen:
¿Cuan cobarde trovador,
es capaz de invocar
a los cuatro elementos intangibles?
Roca de Luna,
sobre el cenit del mundo,
a los pasos del rey ,
despotrica el trotamundo.
Rompen los cuadros.
Queman sin fuego,
tal herida es de dolor
que el frío agrava en silencio.
Corren y buscan.
Trazan paisajes,
en etéreos manuscritos,
rescatados del mar muerto.
Claro; que al mantenerse en vela,
más traicionero es el beso,
en los brazos de Morfeo.
Despierto ya bienhallado
la conciencia vuelve lucida,
y me da la bienvenida:
¡Despierta Sr. Despierta! –exclamo-
¡Que terrible sufrimiento es no saber que sueño!
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